Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser – Goethe

El poder de las palabras

Esta misma reflexión surge en mi cuando conozco a una persona que dice que es diabético, cardiópata, Crohn…: ¿Cómo llegan esas palabras a los oídos del que recibe un diágnostico de su enfermedad?. ¿Cuánta carga puede conllevar el identificarse con ella?

En mi estudio de coaching y salud  reflexionaba sobre un supuesto que leía en el libro de la Dra. Jaci Molins. Y me detuve a pensar en el poder de las palabras que utilizamos cuando hablamos con un familiar, un amigo o un paciente de su enfermedad. Siguiendo el ejemplo mencionado, cuando utilizamos el verbo “ser” en un diagnóstico p.ej. de diabetes, estamos señalando que éste hecho es una cualidad esencial de la persona: (¡es diabética!). Si, por el contrario, hablamos de que esa misma persona “tiene” diabetes, le estamos transmitiendo la idea de que ella es la dueña de su enfermedad, que puede hacerse cargo de éste reto u otros que sobrevengan en su salud y su vida.

Y es que el lenguaje no es inocente. Tampoco en salud. Y en función de las etiquetas que ponemos a los demás también podemos hacerles sentir de una manera que no son.

La forma en que el profesional de la salud pueda «etiquetar» a sus pacientes e incluso, la manera en que uno se «etiqueta» a si mismo, puede condicionar como va a experimentar los eventos que acontezcan en su vida, y también, si llega el caso, en su enfermedad.

Las dos dimensiones de la enfermedad

Por ello, desde el Coaching de Salud nos parece tan importante tomar en cuenta las dos dimensiones en el cuidado de la persona que padece una  enfermedad:

Una dimensión objetiva definitiva y muy necesaria. El paciente necesita conocer su diagnóstico, hacerse cargo de lo que le está pasando, y es imprescindible que los profesionales de salud le acompañen desde todas sus competencias técnicas para atender y cuidar su cuerpo adecuadamente (medicación, hábitos, terapias, etc.).

Y otra dimensión subjetiva, en la que mirarnos más allá de la enfermedad. La dimensión en la que conectamos con la persona y con sus “cómos”. Estos “cómos”, según dice el Dr. Enric Benito (oncólogo y cuidador de paliativos), se refieren a cómo vive la experiencia un determinado paciente, a cómo le afecta a él su enfermedad. Porque no es lo mismo que enferme yo de mi mano izquierda a que enferme un pianista. La misma enfermedad, el mismo trauma, la misma fractura, tiene un sentido y una vivencia completamente diferente para una persona u otra.

Además, toda persona forma parte de una comunidad: ¿cómo va afectar este problema al entorno de su familia, sus parientes y amigos más cercanos?

Un profesional de salud capaz de acompañar ambas dimensiones de salud, va a facilitar el tránsito por ese proceso de dolor al paciente, y quizás su curación de una manera mucho más cercana, más humana y más plena.

Kintsukuroi

Y quiero recordaros ahora esta palabra: “Kintsukuroi”. Es un vocablo japonés que significa “reparar con oro”, o el arte de reparar cerámica con laca de oro o plata, entendiendo que la pieza es más bella por haber sido rota, superado golpes y penurias. Por todo ello, se le da más valor.

No es lo mismo tener una enfermedad que sentirse enfermo

Cada cuerpo viene a ser como un mapa de vida que va dejando territorios marcados y cicatrices, y eso, en Japón, tiene un gran significado: BELLEZA, FORTALEZA, SUPERACIÓN. Con lo cual una experiencia debilitante puede transformarnos en seres con más fortaleza, más valor y belleza.

La enfermedad de alguna manera nos rompe el esquema de vida actual súbitamente, cambia el foco de nuestra atención y lo podemos recibir como algo muy negativo en nuestras vidas. Pero, el mismo proceso, puede significar un misterioso camino de auto-descubrimiento y transformación del que salir reforzados y empoderados.

Renacer a una nueva vida

Pero para lograr esto es necesario tomar responsabilidad sobre la propia salud.

Cada uno de nosotros, como individuos, tenemos mucho que poner de nuestra parte. Y es un regalo poder hacerlo al lado de profesionales de la salud que saben mirar a los ojos, estar presentes, escuchar nuestros miedos, no juzgar, construir confianza y hacernos sentir que no estamos solos.

Os animo a todos los que me leéis desde vuestra posición de profesionales de la salud, a seguir cuidando esa otra dimensión más sutil de la enfermedad. Esa que permite al paciente a tomar conciencia de lo que le ha pasado, poder encontrar sus propias respuestas y tomar las riendas de su propio proceso y de su salud.

En nuestro próximo curso de Formación en Coaching de Salud, te acompañamos a abrir la perspectiva sobre esta nueva forma de mirar la enfermedad y sobre todo, a la persona. Una mirada que habla de escuchar síntomas, de descubrir retos, y también de TODO lo que podemos aportar como profesionales a este trascendente viaje en la vida de una persona.

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