Alegría y Coraje eran AMIGOS. Amigos de ésos con los que te sentís libre de SER como sos. De esos con los que te podés quedar horas en SILENCIO contemplando la PAZ de UN LAGO sin viento (esa imagen de espejo que refleja lo mejor del paisaje otra vez), la LUZ del amanecer. Esos con los que no necesitás más que una mirada: pura INTUICIÓN. Con los que podés percibir la IGUALDAD más allá de las diferencias.

Ambos le hacían honor a sus nombres: Alegría era optimista y Coraje, valiente y decidido. Ella era aviadora y Él, guitarrista en una banda de rock. Se conocieron caminando en uno de esos grupos de trekking de su ciudad. Andando, de repente se miraron y una señal del Más Allá o vaya a saber qué cosa los encontró conversando. No les fue muy dificil SINTONIZAR.

Al tiempo de compartir caminatas y conversaciones, ESCUCHA va, palabra viene, se propusieron habilitar otros espacios de encuentro y se invitaron cafés, luego cervezas, luego tardes de domingo. Y así terminaron compartiendo sus tiempos libres con asiduidad.

Y fue justamente en una de esas tardes de domingo que venían disfrutando a menudo, que algo diferente sucedió. Alegría comenzó a VER-SE Y A VER-LO con una ATENCION diferente. Un nuevo tramo de camino compartido se creó. Comenzaron a pensar en otro tipo de relación. Comenzaron a necesitar otro tipo de UNIÓN.

Bastó que se miraran, sobró EMPATÍA. Un beso dijo lo que muchas palabras no pudieron decir. Alegría se sintió VOLAR CON LOS OJOS CERRADOS. Para Coraje, fue como poner “el plug de su viola al amplificador…y VOLAR”. Comenzó entre ellos el Capítulo del AMOR. Decidieron con el tiempo formar una FAMILIA. Y producto de ese amor, nació su hijo al que decidieron llamar ENTUSIASMO.

Entusiasmo se parece un poco a ambos. Es optimista y decidido. Es rockeramente volador. Es pura energía, como si tuviese un ENCHUFE permanente. También comparte con sus padres su libertad. La libertad que le permite estar donde se siente a gusto, atraído por las buenas vibras. Huye del bajón, del pesimismo, de la queja. Se esfuma sin que casi lo percibas. ¡Y claro que vuelve! Cuando percibe que estás con ganas de bienvenirlo.

A Entusiasmo le encanta verse reflejado en los ojos de otras personas. El sabe que cuenta con una chispa inconfundible. Le gusta habitar cuerpos permeables a su encanto. Para los que pudimos dar con él, su presencia es NÉCTAR de los néctares. Gozamos de sentir que es parte de NUESTRA RED INVISIBLE, emocional, de almas.

Yo, particularmente, lo extraño cuando no está. Con el tiempo he aprendido a encontrarlo con mayor facilidad. A veces, cuando estoy muy alienada y comienzo mi espiral de negatividad, ni percibo su distancia. No obstante, sólo basta sentarme en un sillón, parar, frenar y desconectar para CONECTARME, percibir el silencio…. Y ahí, registró que me falta, vuelvo a echarlo de menos. Entonces, como tantas veces nos perdimos y reencontramos, ya no desespero: sólo agudizo mis sentidos y me voy dejando llevar por las señales que él fue dejando selladas en mi cuerpo en cada uno de sus pasos.

Así como si tuviera un detector de metales, tengo un “detector de Entusiasmo”. Voy siendo, voy haciendo, voy probando… El corazón se acelera, los ojos me brillan, la sonrisa se dibuja generosa, se despiertan mis “ganas de”, las barreras pasan a ser puentes y siento que es posible avanzar, cambiar, soltar, jugar, divertirme, aprender. ¡Ahí! ¡Ahí está! Ahi lo siento nuevamente cerca de mí.

-“¿Dónde estuviste?”- le pregunté una vez

-“¿Y vos?..¿Dónde estuviste?”-me replicó

-“Acá…¿Dónde voy a estar?”-dije

-“En tantas partes donde te dejes llevar por otros pensamientos y emociones”-me contestó.

Tardé años en entenderlo. Y fue luego de comprender ese mensaje que aprendí a reencontrarlo con mayor facilidad. La clave está en CONECTAR…conectar primero conmigo y con aquellas cosas de la vida que me motivan, que le dan sentido, con algo que los japoneses llaman IKIGAI. El camino luego, es más sencillo. Y cada vez que lo reencuentro más lo valoro, más cuenta me doy de cuánto bien me hace y cuán sencilla se vuelve la vida con él. El me ayuda a ver la vida desde su esencia y desde allí, lo difícil pasa a ser un hermoso desafío.

Se me olvidó contar que Entusiasmo nunca está sólo. Trabaja en equipo. Sabe que “el todo es más que la suma de las partes”. Tiene grandes compañeros de trabajo: CURIOSIDAD, CREATIVIDAD, ASOMBRO, GRATITUD lo acompañan en su tarea. Cada vez que logran un objetivo, festejan como niños y si no logran, agradecen, recalculan y comienzan a pensar alternativas.

Así es el Entusiasmo que conozco y me acompaña. Fuimos creciendo y madurando juntos. Al principio éramos como una montaña rusa. Entusiasmo se parecía más a Euforia y yo sentía su ausencia como un fracaso. Ahora su energía es pura templanza y su ausencia, sólo una señal.

Podrás estar pensando ¿Para qué me cuenta está historia? Para que no te pierdas la oportunidad de conocerlo, si todavía no lo hiciste…o reencontrarlo, si lo perdiste.

Dejarte abrazar por él, entregarte a sus encantos, a su forma de llevarte por la vida volando feliz sin alas.

Veo mucha gente anestesiada, muy enchufada y poco conectada, gente con expectativas de cambiar y poca confianza de lograrlo. Gente con miedo a soñar, a dejarse llevar por sus anhelos. Mucha gente en serie y poca gente enserio. Miedo. Estancamiento. Gente cansada, estresada, aburrida, enlatada, enferma y enfermada, empastillada.

Comencé a preguntarme qué pasaría si todos ellos se contactaran con él…cuánto cambiaría el mundo si se dejaran enamorar así. ¿Cuánto cambiaría su vida si pudieran vivirla con Entusiasmo?

Y quise probar…con esta biografía no autorizada y algo autorreferencial. Dicen que el único fracaso es no intentarlo. Veo una luz al final del camino, una puerta que se entreabre, alguien que agita sus manos. ¡Es El! ¡Vino a jugar conmigo otra vez!

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