«Señorita, usted lo que tiene es …»
Y así, de un momento al otro, me volví dependiente de una pastilla para siempre. Esta es la historia de cómo me detectaron esta enfermedad, y te lo cuento porque he visto como mucha gente cree tener la enfermedad (sin tenerla), y como muchas otras la tienen (y no se la han diagnosticado).
Fue en 2008 cuando comencé a sentir mareos, desgana, mucha hambre, la energía no me daba, sueño, palpitaciones, se me caía el pelo y me dolía la garganta. Todo se iba acumulando. Visitaba a doctores que argumentaban que debía comer mejor (más), que iba a tener gripe o que estaba en mi mente. Había perdido tanto la fuerza que un día conduciendo no pude ni levantar las monedas para pagar el peaje. Hubo una noche que generé una alergia fortísima con la que terminé en urgencias. Claramente algo me pasaba, pero no tenía idea que era. Ni los doctores ni yo conectábamos los puntos.
Una mañana fui a urgencias por el dolor insoportable de garganta. Quería que me diesen antibióticos para esta supuesta infección de garganta que parecía eterna. Me asignaron un enfermero que estuvo haciéndome preguntas mientras llegaba el doctor. Le iba contando y él me escuchaba atentamente (cosa que no era muy frecuente), terminé de contarle y me dijo: “Señorita, usted no está mal de la garganta, usted tiene Tiroides”. Yo respondí: “¿Queeeeeeé?”, solo atinaba a hacer preguntas: “¿Qué es Tiroides?” “¿Por qué me ha pasado a mí?” “¿Se cura?” “¿Y ahora qué hago?”.
Después del shock, mi siguiente paso fue ir al endocrinólogo. Me hice una serie de análisis y efectivamente, mis niveles tiroideos andaban volando, me diagnosticaron hipertiroidismo. El doctor leyó mis análisis y dijo: “Ve a admisión y pide que te tramiten la carta del seguro, te tengo que quitar la tiroides, así que te vamos a operar”. Por segunda vez y en la misma semana, Y yo respondí: “¿Queeeeeeeeeeeee?” “¿Por qué?”.
Por resumir, busqué un par de opiniones más y terminé recibiendo yodo, el cual quema parte de la glándula tiroidea para no producir exceso de hormonas. Después de ese tratamiento pasé a tener hipotiroidismo. Hoy tomo a diario una pastilla, cada 6 meses debo hacerme análisis y el médico me regula la dosis.
A lo que quería llegar con mi historia es a dejar algunas recomendaciones que aprendí en el camino:
- El diagnóstico es complicado. Si te sientes mal, sigue buscando médicos que te escuchen (de verdad) y te manden los análisis correctos. Nadie conoce tu cuerpo como tú, sigue tu instinto.
- Todos somos distintos, por ende, los síntomas de la tiroides también. Varían de persona a persona, por eso creo es tan difícil diagnosticarla y confundirla.
- La tiroides regula la producción de hormonas en el cuerpo, es básico que la tengamos regulada. No es viable vivir con hiper o hipotiroidismo sin que sea controlado.
- No solo es tomar la pastilla religiosamente, la alimentación y el manejo del estrés son clave en la forma de llevar esta enfermedad autoinmune.
Espero que mi historia te sirva para que sigas buscando respuesta a los síntomas que puedas tener y encontrarles solución.
Si bien esto lo voy a tener siempre, los cambios que hice en mi estilo de vida han hecho que hoy no sienta la enfermedad y pueda vivir sin ninguna molestia.
¡Hasta la próxima!
Verónica Pita Marchena
Coach de Salud
veronica.pitamarchena@gmail.com
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