Finalizamos un año complicado, totalmente nuevo en su forma de desarrollarse que nos ha cambiado casi toda la vida por completo. Y por supuesto nos cambiará la manera en la que se van a desarrollar estas fiestas y cómo las vamos a celebrar. Pero si hay algo que no creo que pueda cambiarnos, es nuestras ganas de celebrar y mantener de alguna manera unas tradiciones que nos devuelvan un poco de “normalidad”. Y dentro de esa normalidad está también lo que comemos y bebemos durante estos días, el dejar de realizar hábitos que solemos hacer durante el año para entrar en descontrol durante este parón. Porque parece que la salud en Navidades pasa a un segundo plano, porque no se puede disfrutar y celebrar y a su vez cuidarse. ¿O si?

Abusar vs. disfrutar

En estas Navidades, que estoy segura de que serán diferentes de muchas maneras, podemos aprovechar para cuestionarnos si existen otras cosas que también podríamos hacer de manera diferente y si eso sería “válido” o “no válido”. Como aceptar sin cuestión que las Navidades son época de excesos en comida y bebida principalmente. Es momento de no hago mis rutinas. Ya me pondré de nuevo en enero. “Es Navidad, hay que disfrutar…!”

¿Por qué la llegada de las navidades es sinónimo de “dejarse”o abusar? ¿Por qué “la vida normal” es control y no disfrutar? ¿Y si resulta que podemos hacer lo que queramos y disfrutarlo?

Creo que existe un factor de creencia tan arraigado en nuestra cultura que parece una auténtica y absoluta verdad. Celebrar es comer y beber, normalmente alcohol, generalmente mucho y además alimentos que no suelen estar en la lista de los más saludables. Pero ¿es verdad que celebrar es esto? ¿Por qué? 

Celebrar puede ser lo que nosotros queramos. Si invito a alguien a cenar en las fiestas y ofrezco de comida verduras con quinoa, ensalada de remolacha con lentejas, crema de calabaza con zanahoria, etc. ¿No estaríamos celebrando la Navidad? Podría ser que mucha gente se sorprendiera y me dijera “déjate de cosas saludables. ahora es momento de disfrutar un poco”. O sea que comiendo eso no se celebra la Navidad ni se puede disfrutar. No es momento de cuidar la salud en Navidades. ¿Y por qué no?

Esta es una creencia tan interiorizada, que es una de las razones por las que no conseguimos comer “más saludablemente”. Esa forma de vivir y comer se etiqueta como aburrida, que no saben disfrutar de la vida. Si no sales a beber alcohol no sabes disfrutar de la vida, si no tomas un postre en un restaurante es que vives amargado/a, si te levantas por la mañana a hacer deporte o meditar estás loca/o por quitarte horas de dormir… ¿Cuántas cosas no hacemos porque entonces seremos diferentes o raros/as y recibiremos todo este bombardeo de creencias? Y no de los demás, porque casi siempre los que más nos decimos estas cosas somos nosotros/as mismos/as. 

Cada uno/a tendrá sus razones y respuestas. Pero ¿por qué cuidar nuestra salud y tomar decisiones que nos benefician, es “aburrido”? ¿Por qué hay presión social cuando en una reunión de amigos o familia eliges comer algo que a ti te gusta o sienta bien o es bueno para ti? ¿Por qué elegir tomar una ensalada por ejemplo, es visto como “raro”? ¿Y comer verduras? ¿Y no beber alcohol? Muchas preguntas que nos podemos hacer para salir de esa “normalidad” de hacer las cosas y empezar a ser responsables. Decidir por nosotros mismos lo que queremos hacer. Si se que cuidarme es lo más importante que hay, entonces elijo que sea divertido o relajado. Lo elijo porque quiero y puedo estar disfrutando de la vida igual que otros. O incluso más.

En las fiestas…

Empiezan las celebraciones de (comidas o cenas o lo que sea que vayamos o podamos hacer este) diciembre. Habrá abundantes cantidades de comida y bebida, y posiblemente, muchas de las opciones no sean las más saludables que podamos imaginar. Afrontamos el mes seguramente con noticias, conversaciones, artículos, tips, intenciones, etc. acerca de cómo prepararse para no “engordar mucho”, lo que nos prometemos para enero, la de personas que se apuntarán al gimnasio (para dejar de ir en febrero)…, el día de la Marmota.

Sabemos que estamos en el 2020 porque lo pone en el calendario y porque es un año que difícilmente olvidaremos, pero cuando nos metemos en esta vorágine navideña, podríamos estar viajando en el tiempo. El mismo tema para las fiestas: mismo pensamiento, misma manera de encararlo, mismos resultados… y ¡hasta el año que viene!. 

¿Y no será que si siempre se repite es porque no estamos haciendo nada para cambiarlo?

Todo se repite porque nos resulta más sencillo seguir haciendo lo que siempre se hace. Y no nos paramos a pensar si nos viene mejor o peor, o si se puede hacer de otra manera. Es cuestión de poner atención. Cuestionarnos y preguntarnos si somos capaces de celebrar y divertirnos sin descontrolar y descuidar nuestra salud en Navidades. Que se pueden hacer las dos cosas. Ser conscientes de lo que hacemos, de cómo cuidamos nuestro cuerpo y de los resultados que queremos obtener. Está claro que es más fácil mantener nuestro estilo de vida con las rutinas que tenemos durante el año y cuando llegan fechas como éstas, que nos sacan de esos patrones adquiridos, puede ser que algunas rutinas se compliquen un poco más, pero no tiene por qué ser algo traumático ni imposible.

¿Por qué no podemos celebrar unas navidades de otra manera? No serán ni mejores ni peores. Serán diferentes y eso puede ser bueno si queremos que así lo sea. Cualquier posibilidad es buena si la vivo con alegría y amor. Y si vivo con alegría y amor cuidar de mi salud y mi cuerpo, entonces no tendré momentos de “dejarme” porque no “me dejo”. El respeto a mi cuerpo y mi salud no “se deja”. No hay un tiempo muerto para dejar de cuidarme porque si elijo que es lo más importante y elijo disfrutarlo, entonces ¿por qué iba a dejar de cuidar de la salud en navidad? O en verano o en cualquier momento. 

¿Cómo vamos a cuidar de nuestra salud estas fiestas?

Pongamos atención en lo que nos gustaría conseguir en estas fechas, en lo que elijamos comer y/o beber y en las cantidades en que lo hagamos. Lo habitual es que acabemos las “reuniones” sabiendo que hemos comido o bebido demasiado y seguramente sintiéndonos mal por ello. Acabamos bebiendo y comiendo de más por pura inercia, no por necesidad (hambre). La señal de “alarma” de que “ya estoy lleno y no necesito más comida” que va del estómago al cerebro, tarda unos 20 minutos en llegar, por lo que si estamos comiendo y bebiendo sin control, no damos tiempo a que esa señal cerebral nos avise de que ya no queremos más. No se trata de tenerle pánico a las cenas o comidas, sino de cambiar nuestra forma de afrontarlas.

Recordad:

  1.   Consciencia y atención en lo que comemos/bebemos en cada momento y hacerlo despacio para dar tiempo a que nuestro cerebro reciba la señal de “estoy lleno/a”
  2.   Intentar decantarnos por los alimentos “más sanos” y dejar los “no tan sanos” para degustar en pequeñas cantidades.

Si decido salir a correr a primera hora de la mañana no lo hago como castigo porque se lo que me beneficia. Si en las fiestas decido no beber alcohol me lo puedo pasar igual de bien o mejor que otras personas. Donde pongamos el foco, cambiará toda la experiencia y si nace de la elección nuestra, entonces pondremos el foco en hacernos disfrutar y ser felices con lo que sea que hayamos elegido. 

Si queremos tomar el control de nuestra propia salud, debemos aprender a cuidarnos prestando atención a lo que elegimos dar a nuestro cuerpo y no castigarlo con inconsciencia. Si estamos presentes en conexión con nuestro cuerpo, nuestro interior y todo lo que nos rodea, sabremos exactamente lo que hacer.

¡Felices y saludables Fiestas!

Paula Calderón

Especialista en Dietética y Nutrición

Coach de Salud. Responsable Docente

Escuela Coaching de Salud, Salutis Healthcare

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