Rituales Diciembre

Se acerca el fin de año y se siente en el aire, ¿verdad? Podemos pensar que el 31 de diciembre “es un día más” pero lo cierto es que el mundo entero está convulsionado y no hay forma de escapar a esa ola de energía.

El fin de año es el cierre de un ciclo, una oportunidad para dejar atrás lo que ya pasó  y poner intención en lo que deseamos para el nuevo comienzo. ¿Cómo podemos aprovechar esta oportunidad sin que la vorágine energética nos automatice? Existen muchas maneras de estimular la reflexión, la imaginación e inclusive el entusiasmo y la alegría para recibir un nuevo año.

El primer paso puede ser el de recapitular: ¿qué pasó este año? ¿En qué puse mi intención cuando comenzó? Puedes releer tu agenda o tu diario de notas, conversar con tu familia y con tu amistades más cercanas es también una buena manera de compartir la tarea. En este acto te invito a soltar toda frustración y en cambio, agradecer todo lo que fue. Para soltar, un buen ejercicio es escribir todos esos sucesos que quieres dejar atrás (puedes hacerlo con palabras o frases breves que los representen) y quemar ese papel!.

Este ritual te permite sacar de la mente aquello que te puede estar atormentando y elegir conscientemente dejarlo atrás a través del acto simbólico del quemar. 

Es muy interesante observar cómo el destino tuerce los hechos pero no los propósitos. Los propósitos tienen un tiempo diferente al de nuestra mente y muchas veces trascienden el fin de año para continuar construyendo durante el que que comienza. Por eso, si algo quedó en el tintero, este es un buen momento para recuperar el entusiasmo y reciclarlo. Aceptar con gratitud es el mayor generador de aprendizaje

Agradecer por todo lo que sucedió en este año, no sólo los grandes éxitos sino los detalles más pequeños: reconocernos vivos, vivas, en un mundo hermoso dentro en un universo mágico. Podemos elegir observar todas las dificultades como lecciones, aprendizajes que nos sacan la zona de confort y nos obligan a pulir destrezas.

Incluso en un contexto mundial tan hostil como el que se nos presentó este año, hay muchísimo para aprender: nos vimos obligados a reconocer el poder de la Naturaleza y su necesidad de descanso; hemos desarrollado nuevas formas de estar cerca; hemos valorado más la salud, el bienestar, ¡hasta el olfato!; descubrimos nuevos modos de solventar nuestra economía; se nos hizo evidente el gusto o el disgusto que provoca nuestro entorno, el espacio en el que vivimos, las personas con las que elegimos convivir; valoramos el tiempo que ocupan los traslados (especialmente en grandes ciudades) y las virtudes de las tecnologías, que muchos aprendieron a manejar por necesidad.

Y ahora sí, ¡la parte más divertida! Vamos a “intencionar”. ¿De qué se trata esto? Es un modo de proyectar lo que queremos que nos suceda sin cerrarlo en un objetivo.  Es más profundo y requiere entrar en contacto con nuestro Yo Interior desde un lenguaje menos lógico y más amoroso. Una intención está menos definida que un objetivo pero marca una dirección. Existen varios ejercicios que pueden ayudarte a entrar en contacto con tus intenciones. Hoy te voy a proponer dos:

  1. Te voy a invitar a buscar un espacio tranquilo en el que te sientas seguro/a y puedas permanecer unos minutos cómodo/a y concentrado/a. Primero siéntate en una silla con la espalda derecha o túmbate en el suelo (sobre una colchoneta o alfombra). Entra en contacto con tu respiración, reconócete inhalando y exhalando. Cuando sientas que ya te has relajado lo suficiente (¡no tanto como para dormirte!) puedes cerrar los ojos y viajar al futuro: ¿Cómo te imaginas a ti mismo en exactamente un año? Elige e imagina dónde estás viviendo, con quién compartes tu vida. ¿Qué sonidos oyes? ¿Qué aromas hueles? Imagina tu cuerpo en su versión más saludable. Imagínate en paz, ¿cómo es ese estado en tí? Visualízate en la mejor versión de ti mismo como si ya estuviera sucediendo.

    Una vez que has entrado en contacto con esta proyección, te invito a que tomes una  papel en banco y algunos colores: escribe tu nombre completo en el centro y todas las palabras que representan eso que quieres para tí, alrededor.

  1. Vamos a crear una Obra de intenciones en un collage, trabajando con recortes de revistas.  Vas a necesitar: una cartulina, bastidor de cartón o similar; pegamento y  todo lo que tengas a la mano y quieras incorporar en tu obra. A mi me gusta recortar la cartulina en forma de círculo evocando un Mandala pero puedes elegir la forma que más te represente a ti. Te invito a que, sin pensarlo mucho previamente, mires las revistas y recortes aquellas imágenes, frases, palabras que sientas resonar con lo que quieres para tí el año entrante. ¡Tómate tu tiempo! Puede que necesites dejarlo unos días y retomarlo nuevamente. Una vez que ya te sientas con claridad respecto a lo que falta en la Obra de Intenciones puedes incorporar tus dibujos, lettering, o lo que se te ocurra.

Deja el papel o la Obra en un lugar bien visible para tí: tu escritorio, tu mesita de luz, el espejo… lo importante es que lo tengas cerca para que todos los días te recuerdes a tí mismo/a la dirección en la vas. Es maravilloso ver esas piezas al final del año siguiente, prometo que no te vas a arrepentir 😉

Marina Wein

Coach de Salud y Bienestar

Marketing Manager, Salutis Healthcare

www.coachingdesalud.com

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