El misterio del Ser, fuente inagotable de aprendizaje

¿Cuánto dirías que te conoces a ti mismo? ¿Puedes observar y distinguir tus herencias, aquello que arrastras en automático? ¿Cuánto contacto tienes con tus deseos, anhelos y motivadores? ¿Cuán a menudo sientes que “no sabes lo que te pasa”? ¿Reconoces tus mecanismos recurrentes ante situaciones que te hacen sentir vulnerable? ¿Tienes en claro qué necesitas para crecer? ¿Y qué tienes para dar? 

No somos lo que hacemos, ni lo que estudiamos, ni el rol que hemos asumido, ni siquiera somos ese personaje que describimos cuando nos toca introducirnos en una rueda de presentación. Somos todo eso y más, también lo que no expresamos y lo que ni siquiera tenemos en la consciencia. Pero además cambiamos con el pasar del tiempo, de las circunstancias y experiencias.

Nos adaptamos, en mayor o en menor medida, a las sorpresas de la vida, “Vamos siendo”, practicándonos, aprendiendo, consciente o inconscientemente de cada suceso. En el mejor de los casos nos damos el espacio para observar lo que nos pasa y despejar el laberinto de pensamientos, el caos emocional para conectar con lo profundo de nuestro Ser.  

El ser humano es un misterio sin excepción. Existen innumerables técnicas y herramientas para el autoconocimiento y aún así, cada persona es inagotablemente profunda. Por eso practicar el autoconocimiento es un hábito que nos beneficia durante toda la vida: nos da la información y la experiencia que necesitamos para darnos a nosotros mismos aquello que necesitamos para sentirnos sanos y ser felices. 

Conocerse es un viaje inhóspito hacia las profundidades del ser. Es dejar a un lado el Ego, desactivar el modo automático en el que nos autodefinimos sobre esa identidad que nos da seguridad. Implica observar aquello que no nos gusta de nosotros/as mismos/as o que nos cuesta reconocer como propio. Es modificar el foco, dejar de culpar al prójimo por todas las desventuras y hacernos responsables de lo que hemos aportado en cada caso. Es un trabajo de registro, de diferenciación y también de reconocimiento a nuestros ancestros, nuestra cultura y nuestra historia. Es conectar con todo nuestro potencial, nuestra sabiduría interior, nuestros deseos más genuinos, nuestras necesidades.

El Coaching de Salud es un proceso de autoconocimiento que está orientado a la acción. Muchas veces la persona comienza con poca claridad respecto de qué cambios quiere lograr pero con una necesidad clara de cambiar hábitos y conductas que no siente saludables. A partir de la autoevaluación, la toma de conciencia respecto de cómo está y cómo le gustaría estar en cada área de su vida, va descubriendo cuáles son los ejes prioritarios sobre los que va a apoyar su plan de acción.

Una vez elegidos los objetivos la persona comienza una etapa de experimentación en la que se hará evidente la brecha entre lo definido y lo que sucede luego en la acción: ¿por qué no logramos cumplir con lo que nos proponemos?. Para poder responder a esta pregunta es necesario emprender ese viaje a las profundidades. Cada “fracaso” es, en el Coaching de Salud, una oportunidad, una fuente de información valiosísima para seguir descubriendo al verdadero Ser

Ser observadores de nosotros mismos, registrar cómo nos comportamos, cuáles son los hábitos que hemos construido, nos permite iluminar las creencias que están ocultas debajo de muchos de nuestros pensamientos y emociones recurrentes, así como también los valores rectores que nos hacen sentir incomodidad, angustia o frustración cuando no están en sintonía con nuestra vida cotidiana. Aprender esto nos permite ser más auto compasivos, más amorosos y también más eficaces para darnos todo lo que necesitamos para nuestro bienestar.

Hay algunos recursos simples que aportan mucha información: 

  • Meditar: lejos de implicar la ausencia de pensamientos, se trata de registrar qué pensamos aparecen, a qué ritmo, qué emociones nos provocan. No es necesario meditar mucho tiempo, es mejor adaptar la práctica al tiempo que sentimos le podemos dedicar (¡hasta 1 minuto sirve para este registro!).  
  • Escribir: tener un cuaderno dedicado a apuntar emociones y pensamientos. Volcar lo intangible en el papel también es una forma de iluminar lo que no podemos ver. Vale dibujar, escribir palabras sueltas, frases, jugar con colores y tamaños. Expresar emociones puede ser más caótico que el lenguaje verbal convencional. 
  • Iluminar: la técnica del Eneagrama, las cartas natales astrológicas, el Ikigai, la Programación Neurolingüística, el Tapping Energético, los procesos psicoterapéuticos, son algunas de las herramientas que puedes investigar si te interesa adentrarte en las profundidades de ti mismo. Son herramientas que te ayudan a iluminar lo que está en sombra, a que reconozcas en tus reacciones más inconscientes, en tus hábitos, en las emociones recurrentes, las pistas para llegar a lo más profundo de ti. 

Si decides zambullirte en este viaje, aquí estaremos dispuestas a acompañarte.

Marina Wein

Coach de Salud, Marketing Manager

Escuela de Coaching y Salud

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