Soltar el control para tomar el poder
Uno de los temas que vuelven y vuelven a mis sesiones de terapia es el Control. No porque yo ejerza activamente un afán de control si no porque, de un modo mucho más profundo e inconsciente, aparece una fantasía de control sobre el funcionamiento de la vida.
Es decir, muy internamente, mi psiquis (sí ya sé, YO misma aunque me cueste admitirlo) funciona como si los sucesos de la vida fueran parte de un plan científico en el que haces A y sucede B. Entonces, por ejemplo, me encuentro rigidizando una dieta para combatir la inflamación intestinal y me enojo conmigo misma cuando como algo que está fuera de la lista de permitidos.
En lugar de entrar en contacto con lo que me lleva a comer aquello (cuál es mi necesidad real) y recordar que la inflamación es un síntoma, no una consecuencia directa de lo que ingiero, reacciono como si seguir la dieta perfectamente me fuera asegurar la desaparición de la disbiosis.
Crecemos en un mundo que nos promete control
El colectivo humano ejerce su poder anhelando controlar la naturaleza, apoderándose de tierras y especies, creando espacios artificiales, encerrando enemigos, conquistando naciones. Construimos la fantasía de controlar hasta nuestro propio cuerpo cada vez que nos duele algo, tomamos una pastillita y al rato se nos pasa. Pero lo cierto es que lo esencial se nos escapa absolutamente. El misterio, que no se explica ni se controla, es la vida misma.
Y este mundo tan hermoso como tóxico que hemos construido influye en la salud y en la vitalidad interior, aún cuando creemos controlarlo.
Creo que existe una lógica superior al ser humano, que no es científicamente comprobable, pero que guía la evolución de la vida en su totalidad y de cada vida en particular. Algunos lo llamarán Dios, otros energía planetaria, destino o Karma. Hay quienes eligen creer en los milagros, en las casualidades, en la suerte, pero yo creo que estos sucesos percibidos como extraordinarios son en realidad una parte esencial del universo en el que vivimos. Entonces, en este contexto de Ilusión de control vs. lógica superior inasequible, ¿qué le queda a mi psiquis confundida? Frustración. Rigidez. Miedo. Angustia. Apego. Estrés. Enfado.
En este contexto, el Coaching de Salud me hizo descubrir desde la práctica la diferencia entre el Control y el Poder, que luego corroboré buscando la definición en el diccionario de la RAE(1) . Mientras que el Control implica dominio, preponderancia del Yo sobre todo lo que somos, el Poder es asumir la facultad que tenemos para regular nuestro bienestar. Es decir, no podemos controlar lo que nos pasará pero sí podemos elegir acciones y comportamientos que construyan bienestar.
Ejercer mi poder y aceptar que el libre albedrío es fluir en lo que hay, me resulta un trabajo de todos los días. Se trata de encontrar el equilibrio entre planificar y fluir; entre decir que no y elegir aceptar.
En mi experiencia personal el Coaching de Salud iluminó este camino materializando de forma simple y práctica esta filosofía: visualizar esa versión de nosotr@s mism@s a la que queremos llegar, diseñar una estrategia, definir objetivos, pero al mismo tiempo conservar la flexibilidad, la sensibilidad y el registro para que cada pequeño paso nos regale más satisfacción que pesar. Satisfacción que no siempre es gozo y alegría, porque nos encontramos con dificultades que duelen pero es Satisfacción al fin, porque siempre implica un reencuentro con nosotros mismos que nos da paz.
El proceso de Coaching de Salud me llevó a aceptar lo que hay de mí ahora, lo que necesito, más allá de lo que deseo y me gustaría controlar. El deseo me mueve, sí, hacia el Norte dibujado en objetivos y visiones. Pero ejercer mi poder se convirtió más en respeto, paciencia, escucha y flexibilidad que en acciones concretas en búsqueda de conseguir un resultado.
¿Qué situaciones despiertan en ti el automatismo de control? ¿Y el de poder?
(Te leo por aquí o en privado).
Marina Wein
Coach de Salud
marinawein@coachingdesalud.com
Escuela de Coaching de Salud Salutis
(1) Refs: Control Dominio, mando, preponderancia. Poder: Tener expedita la facultad o potencia de hacer algo.
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