Testimonios de Coaching en la práctica clínica
Uno de nuestros alumnos de la Certificación en Coaching de Salud, el Dr. Javier Lavilla, nos traslada un testimonio que consideramos de mucha utilidad para aquellos profesionales con un claro foco en la implicación del paciente y su auto-cuidado, que desean conocer en qué y cómo puede transformar el pasar por esta experiencia de formación y práctica del coaching en el área de la salud.
Quisiera transmitir mi experiencia desde dos puntos de vista: El personal y el profesional
- A nivel personal, he comprobado como desde el coaching se pueden adquirir habilidades y capacidades que le permiten mejorar a uno mismo como persona. Desde la comunicación no-violenta que evita la generación de barreras en el entorno social y familiar, hasta la escucha activa. Y por supuesto abandonar la figura de “permanente consejero-autoritario” a “facilitador”. También a nivel personal buscando mejorar nuestra propia salud. La importancia de visualizar hacia dónde queremos ir. El establecer campos de mejora y priorizar actuaciones. Siempre mediante la generación de hábitos medibles y que provoquen cambios aunque sean a largo plazo.
- Desde el punto de vista profesional, me ha supuesto ver como la atención a los pacientes puede adquirir una nueva dimensión. Dejar atrás la figura de médico paternalista-académico en un papel exclusivo de experto y educador, e ir hacia la figura de médico-coach. Evidentemente no todos los pacientes pueden beneficiarse del coaching pero, he descubierto que imponer o aconsejar un cambio y el cómo, es mucho menos eficaz que implicar al paciente en la búsqueda de su visión de salud, facilitándole que sea el mismo el que proponga el cambio y cómo hacerlo.
A veces la falta de tiempo puede ser un problema, pero en ese caso incluso usar determinadas herramientas resultan de gran ayuda. Podría poner varios ejemplos que he podido aplicar en consulta, como las decisiones balanceadas (me opero o no me opero), visualizar un objetivo concreto o un estado de salud (como quiero verme en un año), establecer escalas de valores (familia, trabajo, salud) o priorizar campos de mejora (sueño, dieta, actividad física, relaciones interpersonales), poner en marcha hábitos medibles (contar pasos, mejorar el consumo de agua en vasos, limitar las rodajas de pan, meditar diez a treinta minutos). Llevar una agenda con palabras y mensajes positivos (cambiar creencias o un lenguaje interno). Empoderar al paciente a que disponga de sus métodos para afrontar retos y decisiones, situaciones complejas, incluso fracasos. Todo eso sin marcar al paciente, sabiendo escucharlo, planteando preguntas abiertas (preguntas transformadoras), observando el lenguaje corporal, intentando conectar-comprender-empatizar.
Y también para acabar la importancia de una adecuada formación.
Fco. Javier Lavilla
Nefrólogo. Coach en salud
Clínica Navarra, España.
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