Emociones y salud

Entendemos por emoción “una reacción psicofisiológica que responde a una función adaptativa de nuestro organismo a lo que le rodea”. Etimológicamente viene de E = energía, y motion = moción, movimiento. “¡Energía en movimiento!”

Esa energía en movimiento nos trae información de cómo nos sentimos con lo que estamos viviendo en ese momento y nos dirige hacia una acción.


En nuestro contexto cultural se nos enseña a ser racionales y a no mostrar las emociones, en especial aquellas que se han llamado “negativas” o emociones más difíciles de vivir. Así, lo primero que solemos hacer desde el mundo “civilizado” es querer dominar las emociones, controlarlas o querer eliminarlas.


Sin embargo, sentir emociones es lo que nos hace más humanos, especialmente mamíferos, tenemos amígdala, podemos sentir. Los reptiles no pueden sentir emociones, sólo tienen instintos básicos (atacar, huir, comer, reproducirse). Los mamíferos sí podemos sentir, y más allá de cualquier otro mamífero, los seres humanos podemos racionalizar lo que sentimos, de ahí la evolución de nuestro cerebro hacia un córtex más extenso.

¿LA GESTIÓN DE EMOCIONES POTENCIA NUESTRA SALUD?

Hoy en día hay datos suficientes para afirmar que la gestión emocional puede potenciar la salud o disminuirla. Desde la psicología se estudia que tanto las emociones “positivas” como las “negativas” son adaptativas (es decir, que facilitan la supervivencia a determinadas situaciones, como ya señalaba Darwin), sin embargo, cuando esas emociones negativas (entendidas como tristeza, preocupación, rabia, etc.) son excesivamente intensas o duraderas, pueden perjudicar seriamente a la salud.

Tradicionalmente se han estudiado mucho más las emociones negativas que las positivas, siendo la ansiedad y el estrés las reacciones emocionales más estudiadas en relación al malestar o las enfermedades.

Como ejemplo, en la situación de preocupación y estrés que podemos estar viviendo en relación al virus “covid-19″ en estos momentos, la ansiedad puede ser considerada como una reacción natural que se produce ante una situación en la que la persona puede sentir que necesita más recursos y que genera determinadas conductas como asegurar su alimento, su cobijo o el cuidado de su salud.

El estrés es otro estado que incluye emociones negativas y se produce como consecuencia de un desequilibrio entre las demandas del ambiente, y los recursos disponibles de la persona. Ante ese desequilibrio, se puede producir una activación excesiva tanto del sistema nervioso como del sistema inmunológico, que mantenida en el tiempo, puede ocasionar problemas digestivos, enfermedades coronarias o inmunodepresión, que aumenta el riesgo de infecciones.

El estrés o la ansiedad nos llevan a tener que responder a una alta demanda de nuestro ambiente y a producir cambios en la conducta, y lo que más impacta a la salud es que podemos disminuir esos hábitos saludables (ejercicio físico, alimentación adecuada, buena higiene del sueño, etc) que a la larga, va a ir minando nuestra salud.

Y si estamos hablando de conocer y regular nuestras emociones para proteger nuestra salud ¿qué presupuestos ayudarían a regular las emociones?. Como primer paso, podemos empezar por interiorizar estos tres presupuestos:

  • Las emociones NO SON POSITIVAS NI NEGATIVAS sino que todas NOS SIRVEN PARA ALGO
  • Con independencia de las SENSACIONES agradables o desagradables que nos produzcan, son indicadores que traen un mensaje que nos conviene escuchar
  • Conocer mejor las emociones, aceptarlas, incluso quererlas como parte nuestra, pasa por simplemente PERMITIMOS SENTIR Y NO REPRIMIR lo que sentimos.

Investigaciones recientes han demostrado que cualquier enfermedad puede tener un componente emocional asociado, pero es cierto, que se desarrolle y mantenga la enfermedad son necesarios dos factores: un primer factor de predisposición individual, por lo cual una persona tiende a mostrar un mayor reactividad en su cuerpo en una determinada respuesta, y un segundo factor, que la activación fisiológica (o de su organismo) sea intensa y crónica.

Ahora sabemos que ser conscientes de nuestras emociones y responsabilizarnos de ellas es fundamental para nuestro bienestar corporal y mental.

FAVORECE TUS EMOCIONES REPARADORAS E IMPACTA EN LOS DEMÁS

Con respecto a poder favorecer nuestros estados emocionales hay otra buena noticia: cada uno de nosotros podemos ejercitar la capacidad de favorecer emociones reparadoras en nosotros mismos a través del autoconocimiento y la caída en cuenta de nuestras elecciones de pensamiento y de acción.

Las emociones reparadoras emanan de estados de aceptación, compasión y agradecimiento, que favorecen la calma y el sosiego ya que tienen una neuroquímica y vibración particular que genera bienestar, y además, ejercen un “eco emocional” en las emociones de los demás.

Una vez interiorizada “esta teoría”, cada uno es libre para decidir responsabilizarse de lo que siente e identificar la causa raíz de sus emociones más difíciles de vivir.

El coaching de salud entrena esa habilidad en uno mismo, no sólo para revertir un estado emocional incómodo o sentirse bien sin más, sino para descubrir los procesos que dirigen nuestra percepción y cómo generar actitudes que nos ayuden a descifrar nuestros sentimientos y necesidades, y tomar responsabilidad sobre de ellas.

 Las emociones y el cuerpo están interconectados, y podemos utilizar la curiosidad por nuestras emociones para crear hábitos saludables que nos transformen en personas más enfocadas, equilibradas y resilientes.

Espero que estos datos estimulen tu curiosidad sobre las emociones y la salud, y cómo se acompañan potencian desde el coaching.

Que estés bien!
María

Artículos de referencia:

CANO-VINDEL, A. (2003). Desarrollos actuales en el estudio del control emocional. Ansiedad y Estrés, 9(2), 203-229.

Díaz Ovejero, B. (2013). Motivación Cognición y Emoción. 81-84 VIU. Valencia.

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