El Dr. Rick Hanson (Neuropsicólogo de la U.C. Berkley) es autor del libro Cerebro de Buda: la neurociencia de la felicidad, el amor y la sabiduría, en el que defiende la tesis de que nuestro cerebro está constantemente cambiando su estructura basándose en lo que pensamos y sentimos; los científicos lo denominan ‘neuroplasticidad dependiente de la experiencia’.

Hanson explica que estamos programados para centrarnos en lo negativo, y está en nuestra mano cambiar los procesos mentales para darle más importancia a los aspectos y acontecimientos positivos de nuestra vida. 

¿Recordáis el experimento planificado por el diario ‘The Washington Post’?

Viernes, 12 de enero de 2007. Hora punta en una estación de L’Enfant Plaza, epicentro de la ciudad de Washington. Un músico comenzó a emitir magia desde su Stradivarius de 1713 -valorado en 3,5 millones de dólares- ante las 1.097 personas que pasaron a escasos metros de él durante su actuación. El violinista vestido con vaqueros, una camiseta y una gorra de béisbol toca seis piezas maestras durante 43 minutos. Es Joshua Bell (Estados Unidos, 1967), uno de los mejores violinistas del mundo.

En los 43 minutos que tocó, el violinista recaudó en su estuche 32 dólares y 17 céntimos -donados a la beneficencia-. La cifra está muy lejos de los 100 dólares que los amantes de su música pagaron tres días antes por asientos decentes (no los mejores) en el Boston Symphony Hall, que registró un lleno completo. No había caído en desgracia, sino que estaba protagonizando un experimento recogido por el diario The Washington Post: comprobar si la gente está preparada para reconocer la belleza.

Este experimento consistía en observar la reacción de la gente ante la música tocada por Joshua Bell que aceptó la propuesta de actuar de incógnito en el metro estadounidense.

Leonard Slatkin, director de la Orquesta Sinfónica Nacional de Estados Unidos, dijo al Post que calculaba que “entre 75 y 100 personas se pararían y pasarían un rato escuchando” al artista, aunque nadie cayera en la cuenta de su identidad a primera vista. En total, fueron siete los individuos que detuvieron su marcha para escucharle, mientras 27 decidieron contribuir a la “causa”.

https://www.youtube.com/watch?v=TvWbnD5fLqU

En conclusión, según el Post, los ciudadanos de Washington hicieron bueno el refrán que defiende que “la belleza se encuentra en el ojo de quien mira”. Y en el oído de quien escucha, al parecer.

Con la teoría de la neuroplasticidad dependiente de la experiencia entendí que no es que haya ningún problema en nosotros, no somos defectuosos. Sencillamente estamos experimentando un cerebro programado para la supervivencia, ¡y podemos entrenar nuestra capacidad de mirar,  nuestra capacidad de escuchar!.

Para ayudar a nuestros ancestros a sobrevivir, el cerebro desarrolló un sesgo negativo que hace que esté menos inclinado a aprender de las experiencias positivas, pero que sea más eficiente a la hora de aprender de las negativas. ¿Cómo desprogramarlo para no perdernos más “violinistas en el metro”? 

Neuroplasticidad dependiente de la experiencia (por Dr. Rick Hanson)

El cerebro adquirió en su evolución la facultad de aprender admirablemente de las experiencias negativas, a base de almacenarlas en estructuras neuronales de larga duración. En cambio la gratitud, la compasión, la alegría, el entusiasmo, la fuerza de voluntad, la sinceridad, la creatividad dependen para su existencia de estructuras neuronales subyacentes, que no cobran vida por si solas. El cerebro es un órgano que aprende, por tanto está diseñado para cambiar a través de las experiencias. Aquello que repetidamente intuimos, sentimos, queremos, y pensamos, sin prisa pero sin pausa, va esculpiendo nuestra estructura neuronal. Una intensa repetida actividad mental y neuronal acaba dejando huella duradera en la estructura neuronal. Los resultados mentales acaban convirtiéndose en  rasgos neuronales, y poco a poco la mente moldea el cerebro. A esto se le llama neuroplasticidad dependiente de la experiencia.

El cerebro adopta la forma de aquello sobre lo que la mente reposa. Si de forma continua dejas que tu mente se recree en las lamentaciones, en la auto-compasión, en las preocupaciones, las quejas, sobre el comportamiento de los demás, las ofensas y el estrés, tu cerebro adoptará un carácter más reactivo, se hará más vulnerable a la ansiedad y a la depresión. Se estrecharán sus miras y se centrará en los peligros y en las desgracias y aumentará su tendencia a la ira a la tristeza y al sentimiento de culpa.

Si por el contrario haces que tu mente repose en pensamientos y sucesos positivos, en sentimientos agradables, en aquello que consigues llevar a cabo, en los placeres físicos, y en tus buenas intenciones y cualidades, con el tiempo tu cerebro adoptará una forma distinta a la que se habrán incorporado la fortaleza y la resiliencia así como una perspectiva optimista de la vida, una actitud positiva y un sentimiento de la propia valía.

¿Qué es un cerebro feliz? (por Dr. Rick Hanson)

Vas a utilizar tu mente para modificar tu cerebro. Irás incorporando la felicidad a tu cerebro, y al hacerlo vencerás su tendencia a la negatividad. Durante cientos de millones de años era una cuestión de vida o muerte, prestar una atención extrema a las amenazas, reaccionar a ellas con intensidad, recordarlas bien, y con el tiempo hacerse aún más sensible a sus indicios. El cerebro desarrolló una parcialidad negativa e inherente. Nos aseguraba la supervivencia pero ahora nuestro cerebro sigue haciéndolo aunque nuestras vidas no necesiten tanta alerta para sobrevivir. Nuestro cerebro lleva incorporado una alarma que lo vuelve negativo a la velocidad del rayo para ayudarte a sobrevirvir, está siempre alerta a potenciales peligros o fatalidades, incluso cuando te sientes relajado alegre y conectado el cerebro sigue escaneando el entorno en busca de posibles peligros, desengaños y problemas interpersonales. Los estímulos negativos se perciben con rapidez, mucho más que los positivos.

La gente empieza a prosperar en su vida, a ser feliz, a sentir felicidad cuando el número de momentos positivos es al menos el triple que el de negativos y más si es posible. La felicidad es un estado mental, y ese estado mental irá creando un cerebro feliz.

Sin embargo, hay solución _afirma Hanson

Hanson nos proporciona algunas herramientas para soslayar ese condicionamiento evolutivo y que se encuentran en una línea semejante a aquellas que proponía Davidson en El perfil emocional de tu cerebro: si nos concentramos en las cosas buenas de nuestra vida, nuestro cerebro comenzará a activarse en aquellas zonas relacionadas con ellas, por lo que en el futuro tendremos una mayor facilidad para apreciar los acontecimientos positivos de la existencia.

No se trata de evitar los acontecimientos negativos, sino de tomar otra filosofía frente a lo positivo. Hanson más que de pensamiento positivo, habla de un “pensamiento claro” que nos permita discernir y ver más clara “la realidad” con todas sus pinceladas, no perdernos “violinistas en el metro” porque nuestro único pensamiento sea la preocupación de llegar pronto al trabajo.

Atraer cosas buenas a tu cerebro es la clave del bienestar, la curación psicológica, la creatividad y la práctica espiritual.

Absorbe lo bueno 

Nos cuenta Alicia Sánchez en su libro El Experimento que las cosas buenas de la vida, en su mayoría, no suelen aparecer con bombo y platillo, son cosas sencillas: el aroma del café, observar a tus hijos durmiendo, el frescor de un bocado de sandía, la sensación de alivio cuando se resuelve un problema o cuando realizas algo que tenías pendiente…

Todos estos pequeños momentos ya están ocurriendo cada día, sólo necesito darme cuenta de ellos. Incluso cuando estamos viviendo una situación difícil, tenemos muchas sensaciones así al día, pero se nos pasan de largo. Las vivimos de forma fugaz y al no prestarles atención, no penetran en nuestro cerebro. Esto hace que vivamos en  un estado de preocupación durante casi todo el día, aunque sea en diferentes intensidades.

Proponte HOY ser consciente de esos instantes agradables en el día. No hace falta apuntarlos, sólo ponerles atención, que no pasen de largo. Cada vez que estés viviendo un instante o circunstancia muy agradable o una emoción positiva:

1.-  Párate 10 segundos o más a poner atención en lo agradable que es ésa sensación o esa circunstancia. Que dure unas 4 respiraciones largas.

2.-  ABSORBE LO BUENO y deja que ésa sensación invada todo tu cuerpo y tu mente. Sumérgete en el placer momentáneo, respira y amplifica el sentimiento. Probablemente se te dibujará una sonrisa y te empezarás a sentir súper bien.
Luego sigues con lo que estabas haciendo. Con práctica, estos dos pasos se fusionan solos.

(Este ejercicio es del libro El Experimento de Alicia Sánchez, basado en el libro de Rick Hanson.)

Cultiva la compasión y la gratitud

Recuerdo el día en el que leí el ejercicio de absorber lo bueno, y me hice la propuesta de ser consciente de esos instantes agradables en el día. Estaba en el metro volviendo del trabajo a casa. Fue salir de la boca de metro y cruzar el paso de cebra que cruzo cada día más de una vez, y cruzándolo vino una brisa de aire. En ese momento tomé consciencia de la sensación agradable de sentir el aire en mi cara mientras andaba. Con la intención de dejar que esa sensación invadiese todo mi cuerpo y mi mente abrí todos mis sentidos en aquel momento: sentí el aire en mi cara, una sensación de ligereza al andar, miré y descubrí la belleza del paso de cebra y la gente que había cruzándolo. No hizo falta más, en ese momento me di cuenta que había otra manera de estar y percibir el mundo, y que solo dependía de mi atención.

Desde ese día decidí escribir un diario de gratitud, donde apuntaba 10 cosas que me habían pasado en el día a las que dar gracias. Los primeros días me costaba encontrar esas diez cosas, y a medida que iba cogiendo práctica cada vez el número de cosas que encontraba con las que me sentía agradecida era mucho mayor.

Te invito a hacerlo durante dos semanas. Estarás entrenando tu mente a que se detenga a ver esas cosas sencillas pero llenas de magia, “esos violinistas en el metro” que la vida te regala. Permítete sentirte afortunado por poder disfrutar de ellas y agradécelas.

 

Laura Ortiz Amador

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