La sanidad está viviendo un cambio social:

  • El acceso sin restricciones a todo tipo de información sobre temas de salud por parte de los pacientes y sus familiares está suponiendo un cambio en la relación entre médicos y pacientes.
  • Por otro lado se ha producido una transición de la condición de enfermo o paciente a la de consumidor o cliente de los servicios sanitarios. Este concepto caracteriza la salud como un bien individual, condiciona la actitud de los pacientes sobre que estrategias de cuidado consideran más adecuadas y cuáles son los objetivos terapéuticos que deben conseguir.
  • Finalmente, el hecho de que la enfermedad crónica sea la de mayor prevalencia en nuestra sociedad determina un aumento de la experiencia que tienen las personas como pacientes. Ello supone un mayor conocimiento sobre la importancia del autocuidado y sobre la necesidad de adoptar comportamientos responsables.

En este contexto, los pacientes están asumiendo nuevos roles en su relación con los profesionales de la salud y con los servicios sanitarios que utilizan. Este cambio social promueve el rol del paciente como el principal responsable del autocuidado de su salud y facilita la adquisición de las competencias necesarias para gestionar los síntomas de la enfermedad, incorporar estilos de vida saludables y conseguir una mejor calidad de vida, siempre en colaboración con los profesionales sanitarios.

Aparece el concepto de “paciente activo”, también denominado “paciente experto” o “paciente empoderado”. Es un paciente más consciente de su problema de salud, más comprometido con la mejora de su salud y de la asistencia que recibe, y que presenta un mayor cumplimiento terapéutico. Es un paciente más colaborador con sus médicos y que gestiona de forma más efectiva y eficiente el tratamiento clínico de su enfermedad.

Podemos definir a un paciente experto como aquel paciente que se sabe el principal responsable de su salud, decide cuidarse, tiene las habilidades, la motivación, la confianza para hacerlo y quiere formar y ayudar a otros pacientes que padecen su misma patología crónica siempre en colaboración con un profesional sanitario.

Además los pacientes formados enseñan a otros a vivir mejor con su enfermedad. De ellos podemos aprender el lado más humano de la enfermedad crónica, conocer sus miedos, vivencias como sus historias de vida y de aceptación de la enfermedad.

El paciente se convierte en una fuente de información y conocimiento en salud con capacidad de formar a otros pacientes. Esa formación de iguales, es decir, de paciente a paciente tiene una mayor capacidad de impacto. Es una educación diferente a la que pueden ofrecer los profesionales por los siguientes motivos:

  • Los pacientes cuando se comunican entre ellos utilizan un mismo lenguaje,  sin demasiados tecnicismos, lo que facilita un mayor entendimiento.
  • Los pacientes hablan desde su vivencia, y pueden ponerse en el lugar de otro paciente porque han pasado por las mismas situaciones o por similares. Pueden entender los cambios que han tenido lugar tras la enfermedad crónica así como las dificultades a la hora de seguir los autocuidados o estrategias para mejorar su salud.
Los pacientes necesitan información para conocer el desarrollo de su propia enfermedad, y saber qué cosas deben de hacer para mejorar su calidad de vida. Esta formación posibilitará que puedan tener un papel más activo y más partícipe en su salud. Porque, ¿dejarías tu salud o la evolución de tu enfermedad exclusivamente en manos de otra persona?

 

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